Segunda
parte de la entrevista que nos realizó el director de nuestro instituto, el IES
Hermógenes Rodríguez de Herencia (Ciudad Real) con motivo de la publicación del
libro Profesor
de Secundaria: Claves para lograr la autoridad en el aula educando por
competencias:
La
entrevista completa está publicada también en el blog
del instituto.
¿Qué deben aprender los
alumnos en el instituto para que puedan ser ciudadanos autónomos y de pleno
derecho en el siglo XXI?
Lo
que establecen las competencias básicas, competencias clave o como se las
quiera llamar, que más o menos son las mismas siempre aunque se denominen de
formas distintas en las diferentes leyes. Concretando mucho: el idioma oficial
del Estado, y el de la Comunidad Autónoma si lo tuviera; la principal lengua
extranjera, que ahora es el inglés; el dominio de las nuevas tecnologías de
forma crítica y ética; los aspectos fundamentales de las matemáticas, las
ciencias y las tecnologías, así como de la economía, las artes, los deportes y
las humanidades; además de aprender a gestionar sus emociones, tener
iniciativa, sentido crítico, etc. Dicho de otro modo: que puedan leer y
comprender las instrucciones de un electrodoméstico o las cláusulas de un
contrato laboral, que sepan calcular los intereses de una hipoteca o de un
préstamo, que puedan viajar al extranjero y comunicarse por sí mismos, que
sepan cómo buscar y encontrar empleo en el mercado laboral actual, que conozcan
qué está pasando en el mundo a través de los medios de comunicación y lo
analicen de forma crítica, que conozcan sus derechos y deberes ciudadanos y
tengan sentido de justicia y solidaridad, que valoren su propio cuerpo, su
salud, el deporte, que tengan un mínimo gusto estético y aprecien la belleza en
sus diferentes formas artísticas, musicales, literarias. En fin, que tengan los
recursos suficientes para ser ellos mismos y buscar su propia felicidad por sí
mismos.
¿No creéis que puede
molestar a ciertos profesores la crítica abierta que hacéis de la enseñanza
academicista?
No.
El modelo que llamamos “academicista” (el profesor enseña con la clase
magistral y el alumno hace deberes en casa y un examen en el aula) es un modelo
obsoleto en el mundo actual y que debe ser sustituido por otros modelos más
eficientes y ajustados a las exigencias del siglo XXI. No entendemos que eso
pueda ofender a nadie. Podremos discrepar y tener opiniones distintas, pero a
nadie le puede ofender una opinión argumentada como la que creemos que
exponemos en nuestro libro.
¿Qué debe cambiar el
profesor para dar respuesta a las nuevas demandas de formación del alumnado?
Principalmente
la metodología y la evaluación. La clase magistral, los deberes y el examen
tradicional deben dejar paso a las metodologías más activas por parte del
alumnado, más interdisciplinares, con nuevas tecnologías y con otras dinámicas
y formas de evaluación. Metodologías del tipo trabajo por proyectos,
cooperativos, clase invertida, uso de plataformas digitales, actividades online, y evaluación continua,
coevaluación y autoevaluación.
A los alumnos parece que
cada vez les interesa menos la escuela, les cuesta mucho mantener la
concentración, necesitan estímulos continuamente y se distraen con excesiva
facilidad, ¿Cómo puede un profesor captar la atención del alumnado?
Cambiando
esas metodologías, como decíamos antes. Levantarse a las 7:30 de la mañana, y
pasar 6 horas en un aula en la que, la mayor parte del tiempo, estás sentado y
escuchando un monólogo aburrido y que no comprendes en gran medida, es algo
asfixiante o agobiante hasta para un adulto, mucho más para un niño o
adolescente. No se trata de hacer la clase divertida, de contar chistes o hacer
gracias, sino de utilizar otras metodologías que logren los mismos o más
objetivos (que el alumnado aprenda) pero que lo consiga de formas más
motivadoras, amenas y entretenidas, lo que no significa más fáciles o
trabajando menos, de hecho exigen más esfuerzo por parte del alumnado al ser
mucho más activas y participativas.
El profesor es el que
sabe y los alumnos son los que van a aprender al aula. Los alumnos deben estar
callados y atender a su profesor. ¿Hay otra manera de enseñar y de aprender?
Por
supuesto, es que lo que acabamos de decir. El profesor sabe más y el alumno
menos, por eso uno es el profesor y otro el alumno y no al revés. Pero hay
muchas formas para que quien sabe pueda enseñar a quien no sabe, y no
necesariamente dando la típica clase magistral, monótona y aburrida. Se trata
de que el alumno aprenda de la mejor forma posible, no de que el profesor
demuestre a unos niños que sabe dar una conferencia propia de la Universidad.
Los deberes son muy
importantes para que los alumnos aprenden más, cuanto más deberes hagan mejor
preparado saldrá el alumnado. ¿Qué opináis de la cantidad y calidad de los
deberes que tiene que hacer un alumno de secundaria?
Que
son excesivos y, en muchos casos, innecesarios o hasta contraproducentes. El
principal lugar de trabajo debe ser el aula y no la casa. Por una razón muy
simple: en el aula está el profesor para corregirte, en casa no. Por eso
apostamos por reducir la cantidad de deberes que los alumnos deben hacer en
casa. Además, los alumnos son jóvenes que deben hacer también cosas de jóvenes
y no pueden pasar todo el día alrededor del instituto, bien en clase o bien con
deberes. En este sentido, metodologías como la “clase invertida” pueden ser muy
interesantes y útiles.
Los exámenes son fundamentales
para saber lo que aprenden los alumnos y ponerles una nota objetiva, además es
muy importante que se acostumbren a hacer exámenes porque luego se lo juegan
todo a un examen en la PAEG. ¿Qué opináis de los exámenes?
Es
un instrumento de evaluación más entre otros, y en ese sentido es lo que es. El
examen es un problema cuando se plantea como el único instrumento de evaluación
o el principal. En el modelo de educación competencial, todo lo que hay que
evaluar no puede evaluarse con el examen típico. De ahí que sea necesaria
repensar también la evaluación y, al igual que hay que variar y diversificar
las metodologías, también hay que hacer lo mismo con la evaluación y los
instrumentos de evaluación, que no pueden verse reducidos al examen.
Sabemos por los medios
de comunicación que hay centros que están revolucionando su manera de enseñar y
de evaluar, incorporando las nuevas tecnologías, sin utilizar libros de textos,
aprendiendo en nuevos entornos de aprendizaje…¿creéis que es posible aplicar
estas nuevas metodologías en los centros públicos y en las condiciones
organizativas que tenemos?
No.
Los centros públicos ahora mismo no están preparados para eso. Para empezar,
por la propia arquitectura de los centros y sus espacios, que están pensados
para la enseñanza “academicista”: un grupo, un aula, un profesor, una materia,
una clase magistral, un examen… Las nuevas formas de educación implican el
movimiento, la experimentación, las nuevas tecnologías, la interacción, la
cooperación, la interdisciplinariedad, etc. Para cambiar todo esto tendríamos
que empezar por “tirar las paredes”, como decimos en el libro. No obstante, que
no se pueda del todo no quiere decir que no lo podamos intentar en la medida de
las posibilidades de cada centro. Se pueden hacer muchas cosas aún con tantas
dificultades estructurales. Pero requieren de mucha coordinación y trabajo en
equipo entre el propio profesorado.
En los centros públicos
hay un alumnado muy diverso en intereses, procedencia, circunstancias
socio-familiares, con esta diversidad debe ser muy difícil poder dar clase,
¿qué puede hacer un profesor para responder a esta diversidad y que el alumnado
que tiene interés en tener una buena formación no salga perjudicado?
La
clave está en la diversificación metodológica y en también en la evaluación.
Las nuevas metodologías docentes tienen muy en cuenta la diversidad. El enfoque
“academicista” es muy homogeneizador, está pensado para un grupo de alumnos
idénticos en el que quien es distinto queda automáticamente excluido o relegado
y estigmatizado por eso. Las nuevas metodologías están pensadas para hacerse
cargo de esa diversidad y adaptarse a los diferentes ritmos, capacidades,
intereses, etc., de cada alumno y personalizar al máximo la evaluación,
procurando lograr que cada alumno logre desarrollar al máximo posible sus
potencialidades.
Con la LOMCE el
profesorado tiene que utilizar los estándares evaluables de aprendizaje,
rúbricas y otros procedimientos que sólo son una carga de más trabajo para el
profesorado pero que no mejoran la evaluación del alumnado, ¿qué os parece esta
nueva manera de evaluar?
Todo
eso ya estaba en la LOE aunque con otros nombres. Los estándares son más o
menos similares a los indicadores de la LOE. La diferencia es que la LOE los
dejaba abiertos y la LOMCE los concreta al detalle, con lo que se pierde
autonomía docente, además de que son excesivos estándares y no es realista
pretender trabajarlos todos. Pero la idea de fondo no es mala. Ambas leyes
incorporan el enfoque competencial y eso implica, en lo referente a la
evaluación, tomar como referente los criterios de evaluación y no los contenidos,
y eso sí está bien. De esta forma, es más fácil lograr que el alumnado aprenda
los contenidos y además facilita el tratamiento de la diversidad con las nuevas
metodologías, ya que al fijarnos en los criterios de evaluación, hay muchas
formas de lograrlos y no solamente mediante la explicación-examen, que acababa
siendo la única metodología y forma de evaluación en el sistema tradicional.
Pero la LOMCE, al imponer tantos criterios, obliga en la práctica a tratarlos
como contenidos y a que haya profesorado que simplemente los convierta en
preguntas del examen, y eso pervierte el enfoque competencial.
Si el alumno saca un 7
en el examen tiene un 7 en la evaluación y si saca un 4 suspende y vuelve a
hacer otro examen para que recupere, ¿evaluar y calificar no es lo mismo?
No,
claro que no, son cosas distintas. La calificación es parte de la evaluación,
pero la evaluación no se reduce a calificar. Ni la evaluación se reduce tampoco
a un examen ni a la media de varios exámenes. Al evaluar competencias evaluamos
un saber-hacer, y eso es imposible solo con exámenes. El examen mide lo que
mide, que hay muchas más cosas que hay que evaluar con otros instrumentos de
evaluación que están disponibles para el profesorado. Además, la evaluación
únicamente mediante exámenes pervierte la idea de la evaluación continua que
implica evaluar todas las fases del proceso de enseñanza-aprendizaje, desde las
iniciales, hasta las de desarrollo y sumativa.
Cada gobierno cambia la
ley, esto desorienta al profesorado que no ha terminado de adaptarse a una ley
cuando sale una nueva y teme que el próximo gobierno la cambie, ¿qué opinión
tenéis de este maremágnum legislativo?
Realmente
no ha habido tantas leyes como a veces se dice. Depende de cómo se mire. Las
principales leyes educativas han sido la Ley General de Educación de 1970, la
LOGSE de 1990 y la LOE de 2006. Las demás, o bien han sido leyes que no han
afectado a la estructura del sistema educativo como tal sino a alguna parte
(como la LOPEG) o no llegaron a aplicarse o no del todo (como la LOECE o la
LOCE). La misma LOMCE en realidad no deroga a la LOE sino que la reforma. Por
otra parte, si el mundo cambia, es lógico y deseable que también lo hagan las
leyes para adaptarse. La LGE duró 20 años, la LOGSE 16 y la LOE ha durado hasta
este curso (unos 8-10 años según se mire). En cada uno de esos periodos ha
habido cambios significativos que hacían necesario actualizar las leyes. Otra
cosa es si esas leyes en concreto fueron cada una la mejor que se podía hacer
en ese momento, en eso no entramos. Pero, desde luego, lo que no puede ser es
el inmovilismo, y seguir enseñando en el siglo XXI con leyes del siglo XX
pensadas para las necesidades del siglo XX y no del XXI.
¿Os gustaría ser alumnos
de un profesor que enseña como vosotros?
No,
porque pensamos que debemos cambiar muchas cosas nosotros mismos. Todo lo que
decimos en el libro lo estamos implementando poco a poco cada uno en nuestras
clases, probando y ensayando con diferentes metodologías, etc. No obstante, el
grueso de nuestro trabajo sigue siendo el tradicional, aunque el objetivo es
que en unos años la proporción sea al revés: que lo tradicional sea la
excepción y lo nuevo la norma, pero eso es un proceso lento, de aprendizaje
continuo y que preferimos llevar poco a poco y consolidarlo que improvisar y
meter la pata. Lo que sí nos gustaría es poder decir dentro de unos años: ahora
sí nos gustaría ser alumnos de profesores como nosotros mismos.
¿Qué esperáis de
vuestros lectores?
Que
les guste el libro y que les sirva en su día a día, que se animen a probar los
consejos que damos y seguir por las sendas que señalamos, que prueben y nos
comenten qué tal. Y también que nos critiquen, que nos digan lo que les gusta y
lo que no, lo que le sirve y lo que no, los aciertos que haya y también los
errores para aprender de ellos.
¿Qué tal la experiencia
de poner por escrito y publicar vuestra opinión y vuestras propuestas de muchos
de los asuntos que preocupan al profesorado?
Muy
buena. El libro ha recibido muy buen aceptación por parte del profesorado,
hemos recibido buenas críticas en general, aunque todavía es pronto y hay que
dejar más tiempo para que haya más opiniones. En cierto modo teníamos ciertas
dudas, porque conforme avanzaba el libro y veíamos que transcendía el objetivo
inicial de orientarlo solo a profesores nóveles para dirigirse también al más
veterano, nos surgió la duda de si no sería prepotente, si no parecería
pretencioso el querer enseñarle algo a quienes son tus iguales, tus compañeros
de trabajo. Pero por ahora ese recelo no se ha confirmado y a la mayoría parece
que le gusta y nos felicita.
¿Por qué tendría que
comprarme el libro y leerlo?
Porque
creemos sinceramente que tiene buenas ideas, consejos y orientaciones que son
útiles, prácticos y que ayudan al docente en el día a día, y porque incorpora
sugerencias que pueden abrir nuevos caminos para ser recorridos por el
profesorado inquieto, que quiere mejorar su trabajo y avanzar en la calidad de
la enseñanza. Que lo hayamos conseguido o no, eso lo decidirá cada uno después
de leerlo, que era nuestra intención, eso sin duda.
¿Para cuándo el segundo
libro, también escrito a cuatro manos?
Pues
ideas no nos faltan. El libro se nos quedó incompleto, en el sentido de que
había muchas cosas que se quedaron fuera o que podríamos haber profundizado
mucho más en ellas, y todo eso daría para otro libro o varios más. Pero había
que parar en algún momento y publicarlo o se nos haría eterno o demasiado
extenso. De todas formas, publicar un libro lleva mucho trabajo y todavía
estamos intentando dar a conocer este y difundirlo. Que haya otros o no, eso ya
se verá.
En este enlace puedes acceder a una vista previa, el índice, prólogo y algunos contenidos del libro.
Si quieres recibir un fragmento del libro, mándanos un email a:
libroprofesordesecundaria@gmail.com
Si quieres recibir novedades y material complementario
Suscríbete a las noticias del blog.
Apúntate a nuestra fans page en Facebook:
https://www.facebook.com/Profesor-de-secundaria-Claves-para-lograr-la-autoridad-en-el-aula
No hay comentarios:
Publicar un comentario