Reproducimos
a continuación la primera parte de la entrevista que nos realizó el director de
nuestro instituto, el IES Hermógenes Rodríguez de Herencia (Ciudad Real) con
motivo de la publicación del libro Profesor
de Secundaria: Claves para lograr la autoridad en el aula educando por
competencias:
La
entrevista completa está publicada también en el blog
del instituto.
¿Qué es para vosotros la
educación?
Es
un término muy complejo que puede abordarse desde múltiples perspectivas. En el
contexto en el que nosotros nos movemos, podríamos decir que consiste en lograr
que el alumnado adquiera una serie de competencias necesarias para
desenvolverse como individuo autónomo en su sociedad de referencia.
¿Cuál es el papel de la
escuela en el siglo XXI?
De
acuerdo a lo anterior, la escuela del siglo XXI debe hacer que el alumnado
adquiera esas competencias necesarias que decíamos antes para ser autónomos en
la sociedad en la que vivimos en el siglo XXI, no en la sociedad del siglo XX
¡o incluso en la del XIX!
¿Cuál sería el perfil de
un profesor del siglo XXI?
Alguien
preparado para educar a su alumnado en esas competencias, lo que implica
dominarlas él mismo y estar formado para enseñarlas adecuadamente. Hoy en día
no basta con ser un experto en una materia, sino que hacen falta otras
capacidades, destrezas, etc., que podríamos llamar “competencias docentes”: un
saber-hacer para enseñar en el siglo XXI, y que incluye, por ejemplo, dominar
las nuevas tecnologías, saber idiomas, manejar emociones, etc.
Cuando sacasteis las
oposiciones no os pidieron muchas de las competencias que se requieren ahora.
¿Por qué tendríais que actualizaros y saber idiomas, o manejar las nuevas tecnologías?
Porque
sin eso no se puede educar al alumnado para que sea competente en el mundo
actual. Por ejemplo, en la edad media, para poder acceder al conocimiento,
tanto para enseñarlo como para aprenderlo, era necesario saber latín, porque
todo el saber estaba escrito en latín. Hoy en día, el latín del siglo XXI es el
inglés, nos guste o no. Y ese saber ya no está en las bibliotecas tradicionales
solamente, está en internet y se accede con las nuevas tecnologías. Si
entendemos que un profesor en la edad media tenía que saber latín, es fácil
comprender que uno del siglo XXI debe saber idiomas y nuevas tecnologías.
¿Por qué habéis decidido
escribir un libro con este contenido?
Al
principio estaba dirigido al profesorado novel, al que empieza o quiere empezar
en la enseñanza. Queríamos ofrecerle consejos muy prácticos, desde la
experiencia, que no están en otros libros o cursos, para que no se llevara
sorpresas ni metiera la pata en sus primeros días. Con el tiempo, nos dimos
cuenta de que lo íbamos escribiendo resultaba útil para todo el profesorado, no
solo para el que empieza, porque todos los cambios en la Educación requieren de
un reciclaje o actualización de todo el profesorado, también del más veterano.
¿Por qué lo escribisteis
juntos?, ¿compartís todo el contenido del libro?
Porque
los dos teníamos el mismo interés en escribir algo dirigido a quienes empiezan
y compartir nuestras experiencias para que fueran útiles a quienes quisieran
leerlas. Además, coincidíamos en muchas cosas. No obstante, no estamos de
acuerdo en todo, pero era más lo que teníamos en común que lo que no, por eso
decimos hacerlo entre los dos. Además, el trabajo cooperativo es otra de las
apuestas del libro, y el propio libro es un ejemplo de ello en su elaboración.
¿Es un libro para ser
leído por alumnos y padres?
Principalmente,
es un libro de profesores para profesores, porque está orientado de forma muy
práctica a los docentes y su trabajo diario. No obstante, hay ideas generales
sobre la educación, el proceso de enseñanza-aprendizaje, etc., que puede ser
también útil para padres, alumnos, y cualquiera que, en general, tenga cierto
interés en la Educación.
¿Es un libro de autoayuda
para profesores noveles?
No.
Es más, rechazamos la literatura de autoayuda, como decimos en la introducción
del libro. Si por autoayuda entendemos que es un libro en el que el docente
novel (y el veterano) va a encontrar consejos prácticos y útiles para su
trabajo diario, sí puede serlo. Pero si por autoayuda entendemos lo que se
vende bajo esa etiqueta en las librerías, entonces no, no es un libro de
autoayuda. La literatura de autoayuda viene a decirte que cualquier cosa es
posible solo con imaginarla, ser positivo y sonreír por las mañanas, sin más
que eso o si acaso con ayuda de algún principio “mágico” o pseudocientífico, y
nosotros no pensamos eso.
¿Cada maestrillo tiene
su librillo o pueden tener un libro común?
Ambas
cosas son necesarias y complementarias. Hay aspectos comunes, principios
generales, que es bueno y deseable que todo el profesorado tenga en común. Pero
luego cada docente es particular y tiene su forma concreta de personalizarlo y
adaptarlo a su forma de ser y de enseñar, y ahí lo que vale para uno no tiene
que servir, necesariamente, para otro. Pero creemos que se podría decir lo
mismo casi de cualquier disciplina científica, artística o deportiva.
¿El buen profesor nace o
se hace, enseñar es una ciencia o un arte?
Tiene
su parte de ciencia y su parte de arte, pero es que incluso la ciencia tiene su
parte artística y el arte la científica. La realidad no está
compartimentalizada, no está dividida en departamento estanco, separados unos
de otros. De ahí que en el libro apostemos por la interdisciplinariedad, porque
se ajusta más y mejor a la realidad de las cosas. El buen profesor debe tener
una vocación y unas aptitudes que podríamos decir que es con lo que “se nace”,
pero también debe aprender y desarrollar unas actitudes y habilidades que son
la que “lo hacen”.
¿Qué retos tiene la
educación en general y los institutos en particular?
Podemos
decir que son de dos tipos. Por un lado, adaptarse a las exigencias que nos
impone la realidad de las cosas en el siglo XXI, que ya es muy distinto del
siglo XX y eso que no ha pasado mucho tiempo. Y por otra parte, incidir también
de modo crítico y transformador en esa realidad para que pueda llegar a ser la
realidad que queremos y no solamente la que se nos impone sin más. De nuevo la
complementariedad: si queremos transformar las cosas, primero debemos
conocerlas tal cual son, aunque solo sea para cambiarlas.
¿Cómo habéis aprendido
vosotros, cuáles han sido vuestros referentes, cuáles son vuestras fuentes de inspiración?
Son
muchas y variadas. Por una parte, el ejemplo y la experiencia ajena, de
compañeros de trabajo o de otros docentes de otros centros con los que
compartes inquietudes, conocimientos, experiencias, etc. Por otro lado,
lecturas y lecturas sobre educación, pedagogía, didáctica, neurociencia,
psicología, etc.
¿El libro es
autobiográfico, recoge lo que vosotros hacéis en vuestras clases?
El
libro es, en gran parte, muy personal, en el sentido de que recoge muchas de
las experiencias en clase que ponemos en práctica y que hemos visto que
funcionan y nos parecen adecuadas, igual que señalamos lo que consideramos
errores y que también hemos cometido nosotros mismos muchos de ellos. Por otra
parte, tiene también una parte de retos a lograr por nosotros mismos.
Actualizarse y ponerse al día no es algo que se haga de un día para otro, y
muchas de las ideas que decimos en el libro las estamos empezando a incorporar
o las vamos introduciendo poco a poco, experimentando con ellas en algunas
clases, en algunos cursos, probándolas, evaluándolas, aprendiendo de ellas.
¿La autoridad no es algo
del pasado, de otra época, ahora no se tiene que educar con otros principios,
inteligencia emocional, empatía…?
Al
revés, la autoridad es algo muy actual, de hecho, la autoridad es algo
imprescindible. Lo que pasa es que no hay que confundirla con el autoritarismo,
que es otra cosa muy distinta y contraria a la autoridad. Es algo que nos
parece tan importante que le dedicamos el primer capítulo del libro. Por
ejemplo, Mahatma Gandhi era (y es) una autoridad, y no le faltaba manejo de las
emociones, la empatía, etc., más bien al contrario, y de ahí su autoridad.
¿Cómo consigue un
profesor tener autoridad en una clase con 25 o 30 adolescentes?
Para
empezar, creyéndosela. Si no tienes seguridad en ti mismo no puedes tener
autoridad. Pero esa seguridad procede de la autenticidad, de que verdaderamente
te guste tu trabajo y tengas vocación para lo que estás haciendo. Y nuestro
trabajo consiste en enseñarle a jóvenes que no quieren aprender y que prefieren
hacer otras cosas y que, por eso mismo, se van a rebelar y nos van a poner en
apuros. Si no piensas que tu trabajo consiste en lograr que esos jóvenes acaben
aprendiendo y disfrutando de haber aprendido, entonces falta la vocación,
fallará la seguridad y no habrá autoridad.
¿Para qué os ha servido en
vuestra labor docente la formación universitaria, qué habéis echado de menos?
La
Universidad te especializa en un área de conocimiento y te da la formación
necesaria para esa especialización. Ahora bien, una cosa es ser un experto en
un tema, y otra muy distinta saber enseñárselo a chicas y chicos de 14 o 15
años y que lo aprendan. Tal vez eso es lo que echamos de menos. La Universidad
forma a los maestros (de Primaria), pero no a los profesores de Secundaria, de
ahí que, en nuestros tiempos por lo menos, el profesorado supiera muy bien su
materia, pero le faltaran recursos didácticos, pedagógicos, metodológicos,
etc., para hacer su trabajo. Es decir, había buenos matemáticos, buenos
físicos, buenos músicos, buenos filósofos… pero malos profesores de
matemáticas, física, música o filosofía. Malos en el sentido de poco formados
para enseñar, y que tenían que aprenderlo de forma autodidacta, por ensayo y
error, sin apenas ayuda, y a duras penas. El CAP (Curso de Adaptación
Pedagógica) de entonces se suponía que enseñaba eso pero era ridículo, era un
mero trámite. No sabemos si hoy día con el Máster de Secundaria habrá cambiado
lo suficiente.
¿Por qué es tan
importante el primer día de clase?
Por
la importancia psicológica que tiene la primera impresión, porque genera una
imagen, expectativa o prejuicio que ya va a extenderse por inercia al resto del
curso. Lo que pase esos primeros días condiciona a todos los demás. Y luego
cambiar eso es muy difícil. De ahí que, si el primer día se hace bien, el resto
del curso funciona bastante bien igualmente. Pero si se hace mal, el resto del
curso se va a resentir.
Vivimos en una sociedad
democrática y queremos educar al alumnado para ser auténticos ciudadanos, ¿las
normas deben consensuarse con el alumnado y deben ser el resultado de acuerdos
democráticos entre toda la comunidad educativa?
En
la medida de lo posible, sí. Pero solo en esa medida. La democracia es un
concepto que no puede predicarse de cualquier cosa sin pervertir su
significado. La democracia presupone la isonomía o igualdad entre los
ciudadanos: la democracia solo pueda darse entre iguales. Pero la relación
profesor-alumno (o la de padre-hijo, adulto-menor o la de médico-paciente) no
es de igualdad, en el sentido de que no hay igualdad en conocimientos,
responsabilidad, prudencia, etc. De hecho, esa es la razón por la que no votan
los menores pero sí los adultos, y no hay un déficit democrático porque los
niños no voten. Las normas básicas o fundamentales debe ponerlas el
profesorado, lo que no quita que debe explicarlas y hacerlas comprender al
alumnado, y progresivamente, dependiendo del curso, hacerles participar en el
proceso de elaboración o concreción de esas normas. Lo que sí que no podemos
hacer es engañar al alumnado, decirles que vamos a hacer las normas entre todos
y luego no aceptar resultados “democráticos” del tipo “se puede comer en clase”
o “puedo ver el whatsapp en clase” si
es que votan eso por mayoría.
¿”Los castigos” deben
estar presentes en los centros educativos?, ¿”los castigos” no son un fracaso
de la educación?
Nosotros
usamos el término “castigo” en el sentido más psicológico del término, como
algo que el sujeto interpreta y experimenta como algo que es desagradable y que
le sirve para evitar la conducta que le lleva a él. En sus justos términos,
bien aplicado y bien utilizado, es útil y necesario en el aula, aunque
indeseable, pero más o menos como las multas de tráfico. Lo que no puede
suceder es que alguien pretenda basar su autoridad, el control del aula o el
buen ambiente de aprendizaje recurriendo solamente o principalmente al castigo
o al miedo al castigo. Eso sí sería un fracaso de la educación. El castigo es
necesario en su justa medida, por lo menos en el mundo real.
¿No os parece una
barbaridad pedagógica que se castigue a un alumno con copiar un texto o frases
repetidas?
No.
Se trata de un castigo, sin más. Un castigo, para serlo, debe ser desagradable,
si no, no es un castigo ni cumple su función. Y perder un rato del recreo
copiando un texto es algo totalmente desagradable para un alumno, mucho más que
expulsarlo de clase (que puede ser un premio, en realidad, para el que no
quiere estar en ella). Concebido tal como nosotros lo planteamos en el libro,
pensamos que cumple su objetivo. Ahora bien, el objetivo no es castigar por
castigar, sino mucho más. La barbaridad sería pretender que solo con hacer ese
tipo de castigos ya está todo hecho.
Lo importante son los
contenidos, los alumnos tienen que saber matemáticas, lengua, física,
historia…luego tienen que superar los exámenes de la PAEG. ¿Qué es eso de
educar por competencias?
Otra
cosa totalmente distinta, aunque no contraria ni excluyente de los contenidos.
Las competencias son un saber-hacer, pero como algo integrado en una unidad
inseparable, no es un saber por un sitio y un hacer por otro, no es la teoría
por una parte y la práctica por otro. Es un saber haciendo y un hacer sabiendo,
un saber que se muestra en lo que se hace y un hacer que requiere de un saber
para hacerse. En este modelo competencial, el objetivo son las competencias o
saber-hacer, y los contenidos son los medios que se utilizan para lograr ese
saber hacer, pero ellos no son el fin. No se trata de saber tal o cual
contenido en el sentido de memorizarlo y soltarlo en un examen, sino de mostrar
lo que se saber hacer con ese contenido en un contexto real o hipotético. De ahí
el gran cambio que supone en la metodología y orientación hacia los escenarios,
los proyectos, los trabajos cooperativos, etc.
1.
En este enlace puedes acceder a una vista previa, el índice, prólogo y algunos contenidos del libro.
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libroprofesordesecundaria@gmail.com
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