sábado, 9 de enero de 2016

Prólogo del libro


 

Fernando Lorente Serrano es inspector de Educación. Es una persona totalmente implicada en su trabajo y muy interesada en la calidad educativa y las nuevas metodologías docentes. Cuando le enviamos el borrador del libro Profesor de Secundaria no solo le gustó: ¡se remangó y se puso manos a la obra para ayudarnos! Aquí os dejamos el prólogo que nos escribió:  



Hace unos años, un inspector visitó una escuela. En su recorrido observó algo que le llamó poderosamente la atención, una maestra estaba atrincherada en la parte trasera del aula, los alumnos tenían un gran desorden; el cuadro era caótico. 
El inspector pasó al aula y decidió presentarse: 
- Con permiso, soy el inspector. ¿Algún problema? 
 La maestra le respondió:
- Estoy abrumada, no sé qué hacer con estos chicos. No tengo láminas, el Ministerio no me manda material didáctico, no tengo nada nuevo que mostrarles, ni qué decirles. 
El inspector, que era docente de vocación, vio un  tapón de corcho en el desordenado escritorio. Lo tomó y con aplomo se dirigió a los chicos:
-¿Qué es esto?
- Un corcho –gritaron los alumnos-.
- Bien, ¿sabéis de dónde sale el corcho?
- Del alcornoque, de un árbol, de la madera… 
- ¿Y qué se puede hacer con madera? –Continuó preguntando el Inspector.
-  Sillas, una mesa, un barco…
- Bien, tenemos un barco. ¿Quién lo dibuja? ¿Quién pinta un mapa en la pizarra y coloca el puerto más cercano para nuestro barquito? Escribid a qué provincia pertenece. ¿Y cuál es el puerto más cercano? ¿Qué poeta conocen que nació allí? ¿Qué produce esta región? ¿Alguien recuerda una canción de este lugar?
Y así comenzó una clase de geografía, de historia, de música, de ciencias, de literatura…La maestra quedó impresionada y al terminar la clase dijo conmovida:
- Señor, nunca olvidaré lo que me enseñó hoy. Muchas gracias.
Al cabo un tiempo, el inspector volvió a la escuela y buscó a la maestra. Estaba acurrucada en la parte trasera de su mesa y los alumnos estaban otra vez en total desorden. El inspector se acercó a la maestra y le dijo:
- Señorita, ¿qué pasa? ¿No se acuerda de mí?
La maestra le contestó:
- Sí señor. ¡Cómo olvidarme! Qué suerte que ha vuelto. No encuentro el corcho por ningún sitio. ¿Dónde lo dejó?


He querido iniciar el prólogo de un libro de docentes y para docentes con la historia del corcho, porque resume perfectamente el objetivo de esta obra, que no es otro que servir de ayuda para quienes se inician en la complicada labor de ser profesor o profesora de Educación Secundaria.

Como no es muy habitual que un Inspector de Educación aparezca en el prólogo del libro de unos docentes, les explicaré que me encuentro presentando esta obra en agradecimiento a la confianza que ellos demostraron hacia mí, pidiéndome que leyese un borrador de un manual, lleno de ideas sobre docencia, que estaban escribiendo. Rápidamente entendí que quien es capaz de escribir un libro sobre su profesión, es alguien especial, que se preocupa por su trabajo, que lo analiza, lo valora, se interesa por mejorar, no tiene miedo a enfrentarse a la dificultad…en definitiva es docente por vocación.

Andrés Carmona y Antonio Fonseca, han recogido en este libro muchas ideas prácticas para quienes comienzan su labor como docentes de secundaria puedan despegar en su trabajo sin dificultades, despejando el camino de escollos y aportando algo tan valioso como su experiencia.

Los autores han decidido compartir muchas claves con sus compañeros y compañeras a lo largo de toda la obra y leerlo, posiblemente representará un factor de calidad para quienes desean perfeccionar su trabajo y como dicen ellos disfrutar dando clase.

Y aquí estoy, como Inspector de Educación, apoyando con este prólogo a estos valientes docentes que hablan acerca de pedagogía, de psicología, de autoridad, de organización escolar, de normativa educativa, de convivencia, de programación, de metodologías, del proceso de enseñanza y aprendizaje, de evaluación… En definitiva, de todas aquellas cosas que debe conocer cualquier docente y saber manejar para desarrollar todas sus funciones laborales, las que habitualmente aglutinamos bajo la expresión: saber dar clase.

Por último, quiero agradeceros, Andrés y Antonio, vuestro esfuerzo y vuestra preocupación por mejorar la labor docente, que, sin lugar a dudas, se traduce en una mejora de la calidad de la enseñanza, algo deseable en nuestro sistema educativo.

Solo me resta recordar al lector, que el valor de cualquier docente está ubicado en dos planos, uno la vocación, fundamental para poder disfrutar dando clase, y el otro, el desarrollo de las capacidades que nos habilitan para saber dar clase. Ambas representan  el corcho que buscaba la maestra para su clase como lo hizo aquel inspector.

                                                                       FERNANDO LORENTE SERRANO
                                                                       Inspector de Educación


En este enlace puedes acceder a una vista previa, el índice, prólogo y algunos contenidos del libro.


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