Fernando Lorente Serrano es inspector de
Educación. Es una persona totalmente implicada en su trabajo y muy interesada
en la calidad educativa y las nuevas metodologías docentes. Cuando le enviamos
el borrador del libro Profesor
de Secundaria no solo le gustó: ¡se remangó y se puso manos a la obra
para ayudarnos! Aquí os dejamos el prólogo que nos escribió:
Hace unos años, un inspector
visitó una escuela. En su recorrido observó algo que
le llamó poderosamente la atención, una maestra estaba atrincherada en la parte
trasera del aula, los alumnos tenían un gran desorden;
el cuadro era caótico.
El inspector pasó al aula y
decidió presentarse:
- Con permiso, soy el inspector. ¿Algún
problema?
La maestra le respondió:
- Estoy abrumada, no sé qué hacer
con estos chicos. No tengo láminas, el Ministerio no me manda material
didáctico, no tengo nada nuevo que mostrarles, ni qué decirles.
El inspector, que era docente de
vocación, vio un tapón de corcho en el
desordenado escritorio. Lo tomó y con aplomo se dirigió a los chicos:
-¿Qué es esto?
- Un corcho –gritaron los
alumnos-.
- Bien, ¿sabéis de dónde sale el
corcho?
- Del alcornoque, de un árbol, de
la madera…
- ¿Y qué se puede hacer con
madera? –Continuó preguntando el Inspector.
-
Sillas, una mesa, un barco…
- Bien, tenemos un barco. ¿Quién
lo dibuja? ¿Quién pinta un mapa en la pizarra y coloca el puerto más
cercano para nuestro barquito? Escribid a qué provincia pertenece. ¿Y cuál es
el puerto más cercano? ¿Qué poeta conocen que nació allí? ¿Qué produce esta
región? ¿Alguien recuerda una canción de este lugar?
Y así comenzó una clase de
geografía, de historia, de música, de ciencias, de literatura…La
maestra quedó impresionada y al terminar la clase dijo conmovida:
- Señor, nunca olvidaré lo
que me enseñó hoy. Muchas gracias.
Al cabo un tiempo, el inspector
volvió a la escuela y
buscó a la maestra. Estaba acurrucada en la parte trasera de su mesa y los
alumnos estaban otra vez en total desorden. El inspector se acercó a la maestra
y le dijo:
- Señorita, ¿qué pasa? ¿No se
acuerda de mí?
La maestra le contestó:
- Sí señor. ¡Cómo olvidarme! Qué
suerte que ha vuelto. No encuentro el corcho por ningún sitio. ¿Dónde lo
dejó?
He querido
iniciar el prólogo de un libro de docentes y para docentes con la historia del
corcho, porque resume perfectamente el objetivo de esta obra, que no es otro
que servir de ayuda para quienes se inician en la complicada labor de ser
profesor o profesora de Educación Secundaria.
Como no es muy
habitual que un Inspector de Educación aparezca en el prólogo del libro de unos
docentes, les explicaré que me encuentro presentando esta obra en
agradecimiento a la confianza que ellos demostraron hacia mí, pidiéndome que
leyese un borrador de un manual, lleno de ideas sobre docencia, que estaban
escribiendo. Rápidamente entendí que quien es capaz de escribir un libro sobre
su profesión, es alguien especial, que se preocupa por su trabajo, que lo
analiza, lo valora, se interesa por mejorar, no tiene miedo a enfrentarse a la
dificultad…en definitiva es docente por vocación.
Andrés Carmona
y Antonio Fonseca, han recogido en este libro muchas ideas prácticas para
quienes comienzan su labor como docentes de secundaria puedan despegar en su
trabajo sin dificultades, despejando el camino de escollos y aportando algo tan
valioso como su experiencia.
Los autores
han decidido compartir muchas claves con sus compañeros y compañeras a lo largo
de toda la obra y leerlo, posiblemente representará un factor de calidad para
quienes desean perfeccionar su trabajo y como dicen ellos disfrutar dando
clase.
Y aquí estoy,
como Inspector de Educación, apoyando con este prólogo a estos valientes
docentes que hablan acerca de pedagogía, de psicología, de autoridad, de
organización escolar, de normativa educativa, de convivencia, de programación,
de metodologías, del proceso de enseñanza y aprendizaje, de evaluación… En
definitiva, de todas aquellas cosas que debe conocer cualquier docente y saber
manejar para desarrollar todas sus funciones laborales, las que habitualmente
aglutinamos bajo la expresión: saber dar clase.
Por último,
quiero agradeceros, Andrés y Antonio, vuestro esfuerzo y vuestra preocupación
por mejorar la labor docente, que, sin lugar a dudas, se traduce en una mejora
de la calidad de la enseñanza, algo deseable en nuestro sistema educativo.
Solo me resta
recordar al lector, que el valor de cualquier docente está ubicado en dos
planos, uno la vocación, fundamental para poder disfrutar dando clase, y el
otro, el desarrollo de las capacidades que nos habilitan para saber dar clase.
Ambas representan el corcho que buscaba
la maestra para su clase como lo hizo aquel inspector.
FERNANDO
LORENTE SERRANO
Inspector
de Educación
En este enlace
puedes acceder a una vista previa, el índice, prólogo y algunos contenidos del
libro.
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